Me encanta el mar, pero a la vez me agobia. Estar en la orilla mientras las olas me rompen en los pies y observar su inmensidad desconociéndolo tanto. Tan tranquilo a veces, y tan tempestivo otras. Tan claro algunos días, y tan oscuro otros. Como yo. A veces tan en calma y otras tan tempestiva. A veces tan clara...En la inmensidad de mis pensamientos tampoco sé nadar muchas veces, a veces también me abruma no conocer(me) demasiado. A veces cálida y otras tan fría que no te atreves a mojarte (y con razón). Como el mar. Como un buen día de calor que llegas sudando a la orilla después de llevar 1 hora achicharrándote al Sol, te mojas los pies y te entra frío y decides no bañarte. Llegas con ganas de tirarte de cabeza y te vas con los pies mojados y el bikini seco. Es curioso que eso no nos pase solo en la playa, sino también en la vida...como cuando llegas a ese sitio que esperabas (o a esa persona) y de repente ya no es tan guay, o ya no te apetece. A veces, aunque esté helada, es mejor tirarse sin pensarlo.
BLESS THIS MESS
miércoles, 11 de julio de 2018
sábado, 7 de julio de 2018
En estos años no he aprendido mucho, pero sí lo suficiente como para tener claro lo que no quiero en mi vida. No quiero peros ni excusas. No quiero gente que pase por la vida de puntillas. No quiero arrepentirme de no hacer, de no intentar. No quiero verguenza, orgullo ni resignación, que ya está bien. No quiero conformismos, que matan cualquier iniciativa fuera de lo normal. No quiero rutinas. Me asustan mucho los cambios, por afectarme me afectan hasta los de estación, pero es en ese miedo en el que he encontrado más felicidad. Es en ese empezar de nuevo donde quiero estar. Es en ese conocer y no reconocer. Quiero sitios nuevos, comidas nuevas y caras nuevas. No quiero cervezas con cualquiera, que de tiempo no vamos sobrados. Ni quiero ahogar en whisky lo que no me atrevo a contar. No quiero resacas que no se curen con una cerveza, ni borracheras que no sean con las mías. Y sobretodo no quiero no saber que quiero, nunca. Aunque para ser sinceros, y aunque no quiera acostumbrarme a nada, a eso ya me he acostumbrado.
miércoles, 23 de mayo de 2018
Todo cambia y no, no es tan triste. No como yo creía. Durante mucho tiempo me he torturado sin querer aceptar que todo cambia. Que las personas cambian. Que las relaciones cambian. Que no somos los mismos. Que no soy la misma. Me ha costado mucho tiempo (y esfuerzo) acostumbrarme a mirar a los ojos a alguien y no ver más que un desconocido. Cruzarme por la calle con alguien y que ya no tengamos motivos siquiera para saludarnos. Pero los cambios también me han hecho darme cuenta de que quien debe estar sigue estando, y quien no, simplemente ha hecho lo que tenía que hacer, abrir la puerta e irse. Sin más. Puedes echarle el cerrojo a esa puerta el tiempo que quieras que la vida se encargará de abrirle una ventana y hacer que se vaya. Porque hay quien se queda sin espacio en tu vida, muchas veces, la mayoría, incluso porque tú le has quitado ese espacio. Quizá en esa habitación ya no cabe más gente, y deben empezar a salir ordenadamente. Quizá empiezas a valorar otras cosas y empiezan a sobrarte. O quizá tu les sobras a ellos. Y es por esto que ahora lo entiendo, entiendo eso que me decía mi madre de "los amigos se cuentan con los dedos de una mano, lo demás son conocidos". Porque en esa habitación, vas a querer ser de muchas formas. Y digo ser, porque estar sabemos estar con casi cualquiera. Y cuando seas insoportable. Cuando hasta tú quieras huir de ti misma, van a quedarse los que de verdad importan. Y por eso ya no tengo miedo a los cambios, porque sé quien quiero que se quede en esa habitación, y sé que saben donde esta la puerta, pero se quedan, aunque todo cambie. Y eso me encanta.
martes, 12 de diciembre de 2017
Me he despedido de gente a la que jamás hubiese dicho adiós. He pegado un portazo de realidad y he encerrado el dolor en aquella habitación. En la puerta un "no pasar" que me recuerda que lo que hay ahí dentro, duele. Jamás volveré a pisarla, dije, muy convencida de mis palabras. Pero está ahí.
No quiero verlo. Pero está ahí.
Encerrado. Pero haciendo ruido. Por dentro. Ese ruido que no se oye, se siente. Incontrolable e indestructible. Pero fácil de ignorar si como yo, llevas años entrenando.
No quiero verlo. Pero está ahí.
Encerrado. Pero haciendo ruido. Por dentro. Ese ruido que no se oye, se siente. Incontrolable e indestructible. Pero fácil de ignorar si como yo, llevas años entrenando.
lunes, 4 de diciembre de 2017
Lo contrario de vivir es no arriesgarse
Hazlo.
Y contra las consecuencias ya lucharemos.
Pero hazlo.
Porque no quiero que pases la vida pensando en qué hubiera pasado si...
No quiero que te perturbe ni te acose el arrepentimiento
el peor de todos
el de no haber hecho lo que sentías,
lo que querías.
Hazlo.

Y luego pregunta,
y luego pide perdón
y luego arrepiéntete
Pero hazlo.
Arriésgate
Piérdete
Incluso te dejo enamorarte,
aunque haga daño
aunque no sepas si saldrá bien
aunque luego te jodan
Porque si no lo haces...
jamás sabrás si habría sido
el peor error de tu vida
o el acierto que lo hubiese cambiado todo.
Y contra las consecuencias ya lucharemos.
Pero hazlo.
Porque no quiero que pases la vida pensando en qué hubiera pasado si...
No quiero que te perturbe ni te acose el arrepentimiento
el peor de todos
el de no haber hecho lo que sentías,
lo que querías.
Hazlo.

Y luego pregunta,
y luego pide perdón
y luego arrepiéntete
Pero hazlo.
Arriésgate
Piérdete
Incluso te dejo enamorarte,
aunque haga daño
aunque no sepas si saldrá bien
aunque luego te jodan
Porque si no lo haces...
jamás sabrás si habría sido
el peor error de tu vida
o el acierto que lo hubiese cambiado todo.
domingo, 12 de noviembre de 2017
SER/ESTAR
Ser y estar. Ojalá fueseis siempre de la mano. Porque me gustar ser y estar a la vez. Y es tan complicado. Me encanta estar con quien soy, en mi máximo esplendor. Con quien puedo ser sin miedo. Con quien me hacer ser la mejor versión de mi misma. Y con quien puedo ser también, la versión que menos me gusta de mi. Me gusta ser cuando estoy. Sin ser, estar pierde sentido. Y si no tiene sentido que estés, abre la puerta y vete. Y hasta aquí es todo sencillo. Hasta aquí todo es de manual. ¡Sé tu misma! es el lema de tantas personas, y el mio propio hasta que me di cuenta de la complejidad de ser. La dificultad de ser yo misma siempre al 100%. Lo complicado que es no fallarse a uno mismo a veces. Sonriendo sin ganas. Fabricando gestos que sabemos que gustarán, pero que no nos nace de dentro. Y esto no es falsedad, cuidado. ¿Cuántas veces dejamos de ser, para seguir estando? ¿cuantas veces dejamos de ser, aunque solo sea un poquito, para no hacer daño a la persona con la qu estamos? Y luego esa sensación de no haber sido del todo sincera que no te abandona, a la que responde tu conciencia, con un: "has hecho lo correcto". Porque a veces lo correcto no es lo que te nace de dentro. Y lo que te nace, es a veces tan incorrecto...
Por eso es tan complicado ser.
Porque estar, puedes estar. Pero eso de ser...eso de ser es otra historia.
Porque a veces ser hace daño, molesta, incomoda...Porque te han dicho tantas veces como debes ser...que se te ha olvidado como eres, tú, de verdad. No ellos...no todos los que te han hecho adaptarse a esos cánones de conducta que son lo estipuladamente correcto.
Por eso es tan esencial preguntarnos a veces si somos. Si somos como queremos ser. Si somos lo que nos gustaría ver, a nosotros, no a la sociedad. Y por eso es tan importante con quien somos. Pero de verdad. Con quien hemos aprendido a ser. Quien ha aceptado que seamos. Aunque a veces haga daño, moleste, incomode. Y a quien dejamos ser. A pesar de que nos haga daño, nos moleste e incomode, a veces.
Esos con quien somos. Esos a quienes dejamos ser. Siempre cerca. Y a los demás puedes invitarlos a una cerveza, pero...
Jamás.
Ser.
Por eso es tan complicado ser.
Porque estar, puedes estar. Pero eso de ser...eso de ser es otra historia.
Porque a veces ser hace daño, molesta, incomoda...Porque te han dicho tantas veces como debes ser...que se te ha olvidado como eres, tú, de verdad. No ellos...no todos los que te han hecho adaptarse a esos cánones de conducta que son lo estipuladamente correcto.
Por eso es tan esencial preguntarnos a veces si somos. Si somos como queremos ser. Si somos lo que nos gustaría ver, a nosotros, no a la sociedad. Y por eso es tan importante con quien somos. Pero de verdad. Con quien hemos aprendido a ser. Quien ha aceptado que seamos. Aunque a veces haga daño, moleste, incomode. Y a quien dejamos ser. A pesar de que nos haga daño, nos moleste e incomode, a veces.
Esos con quien somos. Esos a quienes dejamos ser. Siempre cerca. Y a los demás puedes invitarlos a una cerveza, pero...
Jamás.
Ser.
sábado, 11 de noviembre de 2017
Me gusta más improvisar.
Por sorprendente que parezca existen personas que no están dispuestas a casarse. Que odian los chupetes. Que huyen de las hipotecas. Que son felices sin todo lo que la sociedad te dice que te hace falta para ser feliz. Hay personas, por raro que os parezca, que no necesita un papel para sellar ningún compromiso. Personas que entienden el amor de otra forma, que quieren de forma distinta, y que no por ello, quieren menos ni peor. Personas que dejaron atrás hace tiempo los convencionalismos que te hacen creer que, como mujer, va a llamar a tu puerta en algún momento el instinto materno. Mujeres que han dejado de tenerle miedo a que se les pase el arroz. Y otras que nunca se han creído esa mierda. Y por loco que os parezca, todas estas personas, pueden sentirse llenos, completos, felices y satisfechos con ellos mismos. No han fracasado por no haber firmado una hipoteca antes de los 35. Ni llegar a los 40 sin hijos. Ni por no haberse casado jamás. Quizá, y solo quizá, podríamos recapacitar la idea de que, no querían hacerlo. De que no se marcaron ese objetivo desde que empezaron a tener conciencia. Personas que viven improvisando y se dejan sorprender por esta vida a la que tanto le gusta cambiarnos los mil planes que establecemos. Personas que deciden no escribir su futuro en una hoja, porque entienden que esa hoja, puede ser destruida, pisoteada, quemada...y entonces te inundará la frustración. La frustración de no haber hecho. De no haber llegado. De no haber conseguido ser lo que querías (o querían) que fueras. Y ahí, si te sentirás fracasado.
La vida está para vivirla, no para planearla, y a pesar de lo absurdo, loco, raro, e incluso triste que pueda pareceros, hay gente, que se limitan a eso, a vivir.
Y a mi... me gusta esa gente.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
Me encanta el mar, pero a la vez me agobia. Estar en la orilla mientras las olas me rompen en los pies y observar su inmensidad desconocién...